Trabajos y trabajos




Una parada cafeteril en un bar que hice hace unos cuantos días me llevó a escuchar una crítica, quizá con eurovisión como tema de fondo, que era el tema de la semana. El tipo que hablaba decía que dejaran de cantar y se pusieran a trabajar. Así, en crudo, como si para mucha gente cantar no fuera su profesión, como si no fuera un trabajo, como si la industria discográfica fuera una alucinación mía. Lo mismo diría sobre los que escriben, pintan, dibujan, y programan, entre otras muchas ocupaciones.

Una vez más alguien decide que una profesión a la que es ajeno por completo, no es un verdadero trabajo, no como el aguantar un puñado de horas en una oficina o fabricar cachos de metal, y embiste contra todo ello.
Se podría atribuir al desconocimiento de la existencia de tales ocupaciones si no fuera porque las profesiones creativas hace muchos años que existen, así que lo que a algunos nos da por pensar es que hay resquemor y rabia hacia las personas que eligen vivir de esos trabajos, quizá creyendo que en esas profesiones todo es jauja y viven como reyes, cuando la verdad es que es un trabajo continuo, intenso, y a veces muy duro.

Una rabia mal reprimida que puede nacer de la incomodidad del propio trabajo y del pensamiento de que quizá no tuvo el valor de vivir de esa otra forma, o de que no tiene las aptitudes para vivir de esas áreas laborales y que no deja pasar la ocasión de arremeter contra ellas, tratando de echar por tierra el medio de vida de muchas personas, y en el que tantas otras tratan de encontrar su propio hueco. Porque alguien coja un lápiz, una guitarra, o una máquina de escribir, por divertido que sea y parezca, no deja de ser un trabajo, tan válido como todos los vuestros, algo que debéis meteros ya en la cabeza, que va siendo hora.

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