La rebelión de Atlas





A este libro le tuve muchas ganas, primero de leerlo, porque conozco gente que me lo recomendó obsesivamente. Y por las redes hay un montón de gente que da el puto coñazo con la autora. Por eso me puse en faena con ello sin asustarme por el gran número de páginas.

La premisa del libro es la siguiente: La sociedad estadounidense y el mundo en general se está yendo a freír espárragos a pasos agigantados, sobre todo porque la mayor parte de los países se han transformado en repúblicas populares con la consiguiente nacionalización de los servicios, camino por el que van los Estados Unidos. En esa circunstancia se enfrentan dos clases de personajes: los empresarios, profesionales y artistas que no están dispuestos a ver como otros se apropian de su trabajo, y los "saqueadores", empresarios, políticos y funcionarios que, esgrimiendo el bien común y el altruismo buscan justamente lo contrario.

Entre los primeros, los superguays según la autora esta Dagny Taggart, heredera de los ferrocarriles Taggart, Rearden, un industrial del metal, y muchos más, destacando sobre ellos el misterioso John Galt. Entre los más destacados del segundo grupo el hermano de Dagny, James, su amigo Boyle, otro empresario corrupto o Wesley Mouch, el burócrata que se vende al mejor postor. Todos ellos luchan de una u otra manera, pero, misteriosamente los del primer grupo van desapareciendo, abandonando tras de si sus fabricas, sus bienes, sus familias, en una especie de huelga patronal a lo bestia (y jodiendo gravemente con ello a los demás, cosa que no sólo se la suda si no lo celebran).

No cuento más para no desvelar los detalles de la trama, que es escasa y con poca chicha. De lo que si tiene mucho es de monólogos panfletarios de 50 páginas cada uno más o menos. Penguin books se negó a publicarlo por no cumplir mínimos de calidad literaria. Y es que me parece uno de los peores libros escritos en la historia. La rebelión de Atlas es un mamotreto automasturbatorio, que exuda odio a la humnidad, y que expone un ideario enfermizamente egocéntrico que no asume que las demás personas no han sido puestas en el mundo para atender sus chiflados deseos, que tienen los suyos propios como seres humanos. A nivel narrativo da ganas de vomitat, es lento, torpe, infantil, y repetitivo, con unos personajes planos no, planísimos, indefinidos e irreales sin nada ni remotamente parecido a una personalidad. Un auténtico peñazo de más de 1000 páginas cuya lectura se convierte en una tortura a no ser que te pille con una buena dósis de anestesia o con la sensibilidad atrofiada.

Con toda la fama y fortuna que logró Ayn Rand, la pobre mujer nunca tuvo el talento ni la habilidad necesaria como escritora. Como filósofa tampoco llegó a serlo realmente, sólo fusiló ideas de otros. Propagandista si, eso lo bordaba, puesto que disfrzó de filosofía lo que era egoísmo y codicia hasta un punto inhumano. A ella le debemos la peligrosa idea, que prendió en Estados Unidos, de que la colaboración y la solidaridad son defectos del alma, y el egoísmo salvaje una gran virtud. Una gran contribución a que el mundo vaya a peor la suya.

Volviendo a ésta obra en concreto, dicen que La rebelión de Atlas es la obra cumbre de Ayn Rand, su autora, pero toda su obra es una puta mierda parecida. Y ahora si que no me explico tanta algarabía y adoración por un libro que es una sarta de gilipolleces y que como obra literaria no vale nada. Bueno si, en realidad tiene su explicación: Una excusa para ejercer la hijoputez sin remordimientos. Pobres árboles los que hayan tenido que morir para esta especie de zurullo literario, que despercidio de papel para nada, joder.

Comentarios

  1. Ante tal explicación solo me queda agradecer por librarme de la tortura de leerlo algún día. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario